Pensamiento Computacional dentro y fuera del aula

Pensamiento Computacional dentro y fuera del aula

Nuestros alumnos se enfrentan a una realidad cambiante que continuará planteándoles nuevos retos a lo largo de toda su vida. Por lo tanto, aprender una serie de conocimientos estancos no es suficiente para convertirse en un ciudadano activo del siglo XXI sino que han de adquirir recursos, estrategias y capacidades que les permitan analizar cada situación y buscar la respuesta adecuada. La introducción del Pensamiento Computacional en el aula puede ayudar a desarrollar este tipo de pensamiento. Gracias a él, los alumnos pueden aportar cierta estructura a sus ideas al tiempo que dan rienda suelta a su creatividad ya que, al poner en práctica el pensamiento computacional, no se buscan recetas que reproduzcan modelos anteriores sino que se trata de hallar soluciones novedosas.

CódigoScratch

Las aplicaciones del Pensamiento Computacional van más allá del aula y pueden formar parte de iniciativas de aprendizaje informal cooperativo como el que se lleva a cabo en asociaciones como CoderDojo. Inspirada en el concepto de “la hora de código” (#Hourofcode), esta asociación (inaugurada en Irlanda hace algo más de una década) tiene réplicas por todo el mundo, incluidas diversas ciudades españolas, como Madrid. Su espíritu altruista da lugar a un aprendizaje-servicio en el que una serie de colaboradores voluntarios, los Mentores, ayudan a que los Ninjas, jóvenes de 7 a 17 años, descubran la programación y, a través de ella, desarrollen otra serie de competencias y habilidades relacionadas con ámbitos tan dispares como la física, la geografía o el arte.

Gracias a este tipo de iniciativas, la educación entra en sintonía con la sociedad, que pide derribar muros y fronteras. La educación se expande, sale del aula y fomenta un aprendizaje informal y cooperativo en el que todos ganan nuevas experiencias que enriquecen su conocimiento.

friki
Fuente imagen: https://pixabay.com/es/hombre-chico-elegante-internet-red-516336/

Hemos de dejar de ver la programación como un área exclusiva de “frikis” desconectados de la sociedad: la programación no entiende de edades ni de géneros. Cada uno ha de buscar el proyecto de programación que le apasione, bien sea diseñar una aplicación con utilidad práctica para la vida diaria, bien sea elaborar un videojuego con el que entretenerse durante las horas de ocio (al tiempo que se desarrollan distintas destrezas de coordinación y estrategia).

A la hora de diseñar un evento de programación, dentro o fuera del aula, hay que escuchar a los Ninjas, como llaman en CoderDojo a los jóvenes aprendices, para adecuarse a sus necesidades escogiendo el lenguaje de programación adecuado. Además, hay que plantear retos concretos que puedan alcanzar mientras aprenden a investigar, buscar, pensar y ser creativos. De este modo, la programación se convierte en una excusa perfecta para adquirir todo tipo de destrezas, desde las sociales hasta las conceptuales.

Cualquiera puede aprender a programar, pasito a pasito. Para ello, hay que comenzar organizando el pensamiento: ser capaz de analizar cuáles son los actores que intervienen; cuál la secuencia de acciones; cuántos los requisitos o permisos necesarios; cuándo han de producirse determinadas intervenciones o interacciones; etc. En definitiva, hay que desarrollar el pensamiento computacional: analizar, elaborar un plan de acción, ejecutarlo y depurarlo hasta dar con la solución más efeciente para nuestro propósito. Programas como Scratch son perfectos para ayudar en el avance de los primeros pasos.

Raquel León (@LearnTeach4Life)