“Rompamos, pues, los muros de la clase. Llevemos el niño al campo, al taller, al museo… Enseñémosle la realidad en la realidad antes que en los libros y entren en la clase sólo para reflexionar y para escribir lo que en su espíritu permanezca o en él haya brotado…”
Manuel B. Cossío. 1905.
“El maestro, la escuela y el material de enseñanza”.
Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, nº 100, pg. 92.
Siglo XXI. Somos los afortunados herederos de un siglo de experiencias, reflexiones e investigaciones que han logrado, a pesar de todos los avatares, hacer avanzar la Educación y las Ciencias de la Educación más allá del paradigma clásico. Se han explorado los límites del aula y de la escuela, el papel de los docentes y los aprendices e incluso el valor de la desescolarización o las aportaciones de cada uno de los avances tecnológicos, desde el fonógrafo, la radio o el cine hasta el ordenador, las tabletas, el teléfono o lo mucho que está por llegar de la mano de la inteligencia artificial y la robótica. Somos herederos de una escuela que se ha construido sobre hombros de gigantes.
O, al menos, herederos de una escuela que se podría haber construido sobre hombros de gigantes, porque, desafortunadamente y con demasiada frecuencia, hemos olvidado o directamente ignorado mucha de la innovación educativa surgida de la poderosa corriente de renovación pedagógica que arranca en nuestro país en el último cuarto del siglo XIX y que, por circunstancias varias, aparece y desaparece de manera discontinua desde entonces hasta nuestros días.
Unas intermitencias que dan sentido así a una expresión poderosamente descriptiva: la innovación en nuestra escuela es el resultado de la aparición e implementación de auténticas pedagogías emergentes.
En el curso de verano “Metodologías innovadoras para una nueva escuela (en el centenario del Instituto-Escuela)” queremos sacar a la luz esas pedagogías emergentes para experimentar, en primera persona, que el rico caudal de estas pedagogías está hoy más vivo que nunca, no solo en la teoría educativa o en prácticas de laboratorio, sino en el día a día de miles de docentes y cientos de escuelas.
Estas metodologías innovadoras, que constituyen hoy una Nueva Escuela, están presentes en centros educativos muy reales y concretos, prestando servicio a comunidades educativas que están transformando no solo el espacio de aprendizaje formal sino también su entorno y su realidad a través de la Educación.
Para ello, el curso de verano “Metodologías innovadoras para una nueva escuela (en el centenario del Instituto-Escuela)” quiere hacer realidad el mandato de Manuel Bartolomé Cossío. Estamos dispuestos a romper los muros de la clase y celebrar nuestro curso de verano en las calles, en el taller y en el museo para entrar después en el aula solo para “reflexionar y escribir”, como pedía Cossío: vivir para después recordar, dialogar, comprender y crear, con la esperanza de que podamos así gozar de una experiencia memorable de aprendizaje que no solo nos cambie durante una semana, sino que transforme nuestra vida y nuestro entorno profesional de manera duradera y feliz.
¿No es eso acaso lo que susurran en nuestro oído los gigantes de la Escuela Nueva? ¿No es eso acaso a lo que aspiramos todos los docentes y la comunidad educativa? Pues ese es el objetivo y el sentido de nuestro curso: ¿empezamos?
Las solicitudes pueden realizarse solo a través de la Sede Electrónica del Ministerio.
Lugar de celebración: Madrid
Fechas: del 1 al 5 de julio
Destinatarios: Profesorado de enseñanzas no universitarias