Aprendizaje Basado en Proyectos, una senda por la que avanzar

Aprendizaje Basado en Proyectos, una senda por la que avanzar

En el camino hacia el aprendizaje competencial, el Aprendizaje Basado en Proyectos (en adelante, ABP) nos servirá al tiempo de bastón, brújula y refugio. Entre los principios pedagógicos de la LOMLOE, podemos leer que «con objeto de fomentar la integración de las competencias, se dedicará un tiempo del horario lectivo a la realización de proyectos significativos para el alumnado y a la resolución colaborativa de problemas, reforzando la autoestima, la autonomía, la reflexión y la responsabilidad». Esto es, justamente, lo que nos puede aportar el enfoque del ABP.

En este artículo nos acercaremos a algunas buenas prácticas en el campo de esta metodología, con el fin de que sirvan de modelo de éxito para quien desee aprender sobre ella, tomar ideas o replicarlas. Para ello, bucearemos principalmente en el proyecto Experiencias Educativas Inspiradoras (en adelante, EEI) del INTEF, un repositorio de propuestas didácticas presentadas por quienes las han llevado a cabo, y en el Proyecto EDIA, del CEDEC, en el que se nos detallan Recursos Educativos Abiertos (REA) muy completos que podemos implementar en nuestras aulas.

El ABP consiste en procesos de trabajo complejos que, además de la integración de conceptos, procedimientos y actitudes, fomentan la autonomía, la iniciativa personal y la creatividad en el alumnado. Tienen una extensión media o larga, y pueden llegar a abarcar un curso completo. En centros donde se fomenta este tipo de enfoque, es posible llevar a cabo proyectos interdisciplinares; asimismo, es muy interesante la colaboración que permite con otras instituciones o colectivos externos a la escuela. Pero, ¿cómo empezar?

En su vertiente más pura, un proceso de ABP comenzará con lo que llamamos una «pregunta esencial» que el propio alumnado tenga interés por resolver. Podemos ver un ejemplo de desarrollo a partir de preguntas en ¿Cómo sería tu mundo ideal? (EDIA), un completísimo conjunto de proyectos de Geles Fernández y Lola Alberdi que abarca todo el curso del ámbito sociolingüístico para 3.º ESO de PMAR. El proyecto @s Pitiñ@s cultivan e emprenden (EEI), planificado para el último curso de Educación Infantil por Helga Vázquez, parte igualmente de una pregunta inicial, «¿Qué hacemos con las hortalizas?».

Sin embargo, cuando hablamos de ABP, en la mayoría de ocasiones es el producto final el que determina todo el desarrollo del proyecto. Este ha de ser inspirador, algo que mostrar a la comunidad, de lo que el equipo esté orgulloso y que refleje el aprendizaje. Si este producto se define desde un principio, ha de dejarse lo suficientemente abierto y flexible como para que el resultado final dependa del proceso, de forma que se incentiven la creatividad y autonomía del alumnado. En De Educación Física… al teatro musical (EEI), el alumnado de Secundaria de la Jaso Ikastola (Pamplona) planifica un espectáculo desde el principio hasta la puesta en escena para toda la comunidad educativa. En Otra vida de zarzuela (EDIA), el producto final será una creación propia de este género musical o bien su esbozo, según nos proponen Juana V. Fernández y Joaquín Pagador para 6.º de Educación Primaria o 1.º de ESO. Y si preferimos productos audiovisuales, encontraremos un buen ejemplo en Becoming a Cinema Director (EDIA), de María José Alcaina, en el que el alumnado de 2.º de ESO terminará generando su propio cortometraje desde la materia de Inglés. Más allá del mundo del espectáculo, Virginia Capilla plantea como producto final de La feria de la Historia (EDIA) eso mismo, después de haber trabajado Historia de España durante todo el curso de 2.º de Bachillerato a través de nueve proyectos integrados.

El producto final será, en todo caso, resultado de un proceso cooperativo y colaborativo inserto en el desarrollo curricular de cada materia, que, además, irá ligado a la realidad circundante al alumnado, así como al conocimiento del mundo y a la actualidad social, de forma que se acentúa el aprendizaje competencial. My Town (EDIA), un proyecto de Javier Ramos para 1.º ESO, activa estrategias relacionadas con la competencia lingüística e interlingüística para que el alumnado investigue sobre su propia localidad y la promueva turísticamente. En Ojos que no ven (EDIA), un proyecto de Ana Basterra para Geografía e Historia de 4.º ESO, la pobreza, violencia y desigualdad en las que viven muchas personas en el siglo XXI se pondrán de manifiesto para concienciar a la comunidad educativa a través de un proceso de investigación que culmina en un evento solidario. Y en Un mundo de poesía (EDIA), las autoras de Bloggeando proponen al alumnado de Lengua Castellana y Literatura de 3.º de ESO que conecte con sus propios sentimientos y emociones a partir del acercamiento al género lírico y su tradición literaria, para acabar creando un hermoso «bosque poético» en el centro educativo. Igualmente, el ABP puede relacionarse de forma profunda con la competencia digital, como vemos en Goscos (EEI), un proyecto de Guillermo Medrano en el que el alumnado de 2.º de FPB creó un videojuego colaborativo con contenido curricular oculto mediante realidad aumentada dentro de un entorno virtual elaborado por el propio grupo. Además, cuando las circunstancias lo propician, el ABP es el enfoque ideal para lanzar propuestas interdisciplinares; Dando forma al Medievo (EEI) es un buen ejemplo de maridaje entre Historia y Tecnología para 4.º ESO, de la mano de Manuel Gutiérrez, Verónica López y Óscar Serna.

La parte final de un proyecto ABP es su difusión y muestra a la comunidad educativa o, yendo un paso más allá, a un entorno ampliado como puede ser la localidad u otros centros. Si, además, el proyecto se traduce en un beneficio para quienes lo puedan disfrutar o experimentar, estaremos hablando de Aprendizaje Servicio (ApS). En este sentido, un magnífico ejemplo de cómo el Aprendizaje Basado en Proyectos puede crecer hasta transformar toda una localidad lo encontramos en Cooperativa Salud Torvis (EEI), una propuesta de éxito que se lleva años desarrollando en el CRA La Espiga de El Torviscal (Badajoz) y que aúna distintos proyectos con un fin común: mejorar la calidad de vida de los y las habitantes del entorno.

No hemos hecho aquí más que degustar algunas de las posibilidades que abre el ABP. Os animamos a indagar más profundamente y a lanzaros a estas pequeñas grandes aventuras: la transformación del proceso de enseñanza aprendizaje, la motivación creciente del alumnado y la asunción de autonomía, agencia y responsabilidad por su parte que conlleva la realización de un proyecto bien acompañado son razones más que suficientes. Si lo estás pensando, lánzate.

 

Artículo elaborado por Eugenia Monroy García para INTEF.