Los seres humanos tenemos en común el hecho de ser diferentes entre nosotros. Somos iguales en diversidad: por origen social, religioso, familiar, cultural, sexual, de género, capacidad, por nuestra propia historia de vida… La situación es visible en cualquier contexto social: cuando paseamos por las calles, vamos al cine, a una biblioteca o en las actividades que se organizan desde las asociaciones vecinales.
Sin embargo, echando la vista atrás, tradicionalmente el modo de organizar nuestra sociedad ha tenido de base en gran medida creencias que podemos formular de modo binario, en torno a las ideas de normalidad-anormalidad o mayoría-minoría, frente a la valoración y el reconocimiento de la diversidad como rasgo compartido. Así, se han creado políticas, edificios, actividades, servicios… para los considerados normales o para la mayoría, y han llevado a personas que no encajaban en lo predefinido a vivir situaciones de desigualdad y exclusión sociales.
El sistema educativo no está al margen de la escena dibujada. La propia organización de la respuesta educativa también ha venido y viene de la mano de estas creencias, por ejemplo, la respuesta educativa que se ha dado al alumnado considerado con necesidades educativas especiales, en muchas ocasiones ha sido y es separada de la
del resto de alumnado considerado normal y homogéneo. A pesar de ello, podemos situar en los últimos cincuenta años un fuerte movimiento social de lucha por el reconocimiento de los derechos, la igual dignidad de todas las personas y la valoración de la diversidad. La educación también se ha sumado a este movimiento.
La educación inclusiva es un derecho humano reconocido de todo el alumnado. Busca fortalecer la capacidad del sistema educativo en todos sus niveles para mejorar la respuesta educativa ofrecida a todos los educandos evitando las situaciones de segregación y exclusión. Implica pensar en la escuela que queremos, pero va más allá. Es un proyecto social que nos permite construir sociedades más inclusivas: vivir en la escuela los valores propios de la equidad: justicia, respeto a la diversidad del alumnado y sus derechos, responsabilidad o igualdad, permite contribuir a la construcción de sociedades para todos.
Dirigir nuestros pasos hacia este horizonte es una tarea dilemática y compleja. ¿Cómo acoger desde la realidad de nuestras aulas toda la diversidad presente en nuestro alumnado y contribuir a este proyecto social compartido? El curso “Educación Inclusiva: Iguales en diversidad” pretende contribuir desde la aportación de conocimientos teóricos y prácticos a la transformación o al refuerzo de prácticas pedagógicas inclusivas que contribuyan a la transformación de las comunidades educativas en la dirección inclusiva.
Para más información puedes visitar la sede electrónica del Ministerio de Educación y Formación Profesional en la que se encuentra la ficha de presentación del curso y desde donde te podrás inscribir.
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